María
José Cristerna, una de las mujeres más tatuadas de América Latina, sostiene que
cada uno de sus tatuajes esconde un significado. “La mujer vampiro”, como
normalmente se la conoce, es abogada y ejerce hoy en día la profesión de
tatuadora en México. Su imagen de mujer fuerte, contrasta con su lado tierno y maternal:
madre de cuatro hijos, afirma que lleva un vida normal sin importarle lo que
los demás piensen, ya que “Nunca quise agradar a nadie, simplemente ser libre,
expresar y sentir lo que yo quiero”. María José
señala que "La fachada es lo de menos, la belleza la catalogamos
como nosotros queremos y buscamos el estereotipo que queremos".
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Mary José, se empezó hacer desde hace
20 años transformaciones en su cuerpo que incluyen una diversidad de tatuajes y
piercings, además de insertarse colmillos y aplicarse varias prótesis en su
frente y brazos.
Con
apenas 12 años, se realizó su primer pericing, y ya a los 14, acompañada por su
padre, se hizo su primer tatuaje. Poco tiempo después, con 17 años, contrajo
matrimonio, lo cual no resultó como ella esperaba. Los constantes golpes y
maltratos en el hogar por parte de su pareja, fueron el detonador que dio
inicio a su “reinvención” como persona, pues al mismo tiempo que trabajaba como
abogada y atendía a sus hijos, acudía a hacerse un tatuaje, como una forma de
liberarse y sentirse conforme consigo misma.
En
palabras de ella, algunos de sus tatuajes más significativos son: el tatuaje en
su rodilla que comprende cuatro ojos,
representando a sus cuatro hijos, los cuales siempre la están mirando y tomando
su ejemplo. El tatuaje en su muslo, de un corazón roto, en recuerdo de sus
padres, ambos fallecidos a causa de un infarto. Y uno de los más dolorosos de
realizar, son las estrellas que lleva tatuadas en el rostro y cabeza, que hacen
referencia al momento feliz de su niñez, mirando las estrellas con su madre.
Cristerna
tiene el 98% de su cuerpo tatuado a la fecha, y el porcentaje restante según
ella, son espacios para fondear, al igual que en una pintura. A su vez,
sostiene que lo de hoy es "romper esquemas y tabúes sobre el cuerpo a
través de los tatuajes, piercings, la pintura o las modificaciones
corporales", no solo en hombres sino también en mujeres, asegurando
además, que jamás se borraría ninguno de sus tatuajes, porque hacerlo
implicaría borrar una etapa de su vida. Cada tatuaje simboliza su historia.
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